El colágeno y elastina de la piel comienzan a disminuir con los años y son los responsables de la visible flacidez en el cuello. La caída de un músculo llamado platisma es el responsable y, sumándose a la acumulación de grasa y las arrugas propias del paso del tiempo, consiguen un aspecto envejecido y poco favorecedor en mujeres y hombres.
Con el lifting de cuello combatimos estos efectos: estiramos la piel, reducimos la flacidez, eliminamos la piel sobrante y dotamos a nuestros pacientes de un cuello más estirado, joven y sin arrugas.
¿Hacia quién va dirigido?
Este procedimiento está indicado para todos aquellos pacientes de entre 35 y 65 años que deseen mejorar el aspecto de su cuello, reduciendo la grasa y eliminando pliegues y arrugas.
La Técnica Quirúrgica:
La técnica quirúrgica consiste en el tensado de la piel del cuello para conseguir reducir las arrugas y pliegues, consiguiendo un aspecto más rejuvenecido. Esto se realiza mediante una incisión bajo la barbilla y detrás de las orejas, quitando el exceso de grasa y estirando la piel, que dará como resultado una cicatriz imperceptible con el paso del tiempo.
Antes de la Cirugía:
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En la visita médica, determinaremos el tipo de procedimiento adecuado para el paciente.
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Antes de la intervención, será necesaria la realización de un estudio pre-anestésico y un control radiográfico para descartar que no haya ninguna patología previa.
Durante la Cirugía:
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Dependiendo de la magnitud de la intervención, se realiza mediante anestesia local y sedación o mediante anestesia general.
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La duración de la cirugía puede variar entre 1 y 3 horas, en función del grado de la intervención.
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Requiere de ingreso hospitalario del paciente durante las primeras 24 horas.
El Post-Operatorio:
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Tras la intervención, los primeros días deberá llevar un vendaje y mantener reposo domiciliario, sin realizar grandes esfuerzos. El vendaje se retirará una vez hayan pasado 24 horas desde la cirugía. Los puntos se quitarán en la primera semana.
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El periodo de recuperación es muy breve. Los primeros días suele presentarse inflamación y hematomas, que desaparecen progresivamente desde la primera semana. En el caso de mostrarse molestias, serán tratadas con analgésicos suministrados por el cirujano.
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Las cicatrices tras la intervención quedarán ocultas tras las orejas. Son mínimas, casi inapreciables.
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Normalmente se permite una reincorporación a la actividad normal en torno a las 2 o 3 semanas.